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Trans*itando en sociedad

Estas situaciones tan tan tan estupendas que te suceden cuando tu aspecto no corresponde con ningún género, cuando estas entre las dos aguas del binarismo social que tanto oprime la expresión de género (que sí o sí debe ser binaria).

Quiero ingresar dinero en mi cuenta. Voy a la ventanilla del banco, presento mi DNI (aún no estaba cambiado). La persona que me atiende, me mira de arriba a abajo, yo voy vestido de traje y corbata (uniforme que llevaba entonces), llama a un compañero, lo consulta, me miran los dos... No se atreven a decirme nada ni a preguntar nada. Me siguen mirando. Al fin se dirige a mi "Señorita Cristina, ¿cuál es la cantidad que desea ingresar?"

Con el tiempo es Marcos, hermano de Cristina, el que le ingresa dinero a su hermana en la cuenta...

Llamas a la banca telefónica, y se niegan a darte la informacion que solicitas porque tu voz es de hombre y tu debes ser mujer, porque así lo pone en tu DNI, y puedes estar siendo coaccionada para dar tus datos a otra persona...

Imagínate, imagínate solo por un segundo, que en tu DNI tienes una foto de cuando eras peke. El tiempo ha pasado, y tu foto no tiene nada que ver con quien eres ahora. A ver, algo si, algún rasgo permanece, o incluso la mirada. Ahora vamos a coger un avión con ese DNI. ¿Puedes imaginar lo que puede llegar a suceder? Desde que en el control de acceso al aeropuerto te cachee un hombre porque te leen como hombre (aunque en tu DNI ponga que eres mujer), hasta que en la cola de embarque le falte al azafato de tierra tocarte a ver si tienes tetas porque de nuevo esa mirada, esa mirada escudriñadora que te analiza hasta que te da el visto bueno, aunque aún no tiene claro si tienes o no que partes del cuerpo que le corresponden a una mujer.

O cuando estás en el hospital postrado en una cama por un pequeño atropello con la bici y el ATS viene buscando a Cristina para hacer la radiografía que el médico ha solicitado, y ves como va pasillo arriba y pasillo abajo con los informes en la mano, buscando a Cristina, y tu no sabes si reir o llorar.

O cuando coges el teléfono a alguien que no te llama desde hace años y cuestiona tu identidad por tu voz, sin saber que tu eres tu. Diciéndote que tu no eres tu porque Cristina es una mujer, y tu tienes voz de hombre. Y ya no sabes qué decir para que te crea, salvo que eres trans* y puede que ni aún así te entienda, o que no te respete.

Con el tiempo, dejas de hacer cosas como ingresar dinero, ir al médico, hacer una entrevista de trabajo, solo para evitar este tipo de situaciones que se podrían resolver dando una documentación apropiada a las personas trans*.

Ante este tipo de situaciones, creo que es mejor decir que se es trans*, pero solo si tu quieres decirlo, porque ante todo debes de ser tú quien quiera decirlo, si te sientes forzadx y no quieres, no lo hagas, no es necesario. Me he llegado a inventar historias para no tener que contar que soy trans a alguien a quien realmente no le interesa mi vida, o que no voy a volver a ver.

Me estoy acordando ahora, de una anécdota muy peculiar que me sucedió con la mujer china que lleva el establecimiento que hay enfrente del portal de casa de mi madre. Un día baje a por el pan, y sin más, me dijo la china “¿Tú chico chica?” Así, en su español pobre y mal pronunciado, pero con una ternura y una comprensión fuera de lo común. Yo me ruborice, sonreí nos miramos a los ojos y le dije, si, yo chico chica. Fue algo especial la verdad, con solo tres palabras me transmitió que me entendía y que me respetaba.

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